Está ahí, siempre lo veo, en mi reflejo no me deja en paz.
Tan solo respirar, un suspiro lastimero, un inpaz en todo este tormento, una
señal de que vamos a estar bien. Porque la fragilidad me invita a contagiarme
de todo lo que alguna vez odie. Yo sigo corriendo y abstrayéndome de lo que debería
enfrentar de una vez. Porque creo estar estable y el mundo se da vuelta y ahí
estoy yo, pendiente de un hilo de ilusión estoy a punto de caer en ese abismo
que amenaza con hacerme tocar fondo y quebrarme. Cierro los ojos tratando de
evadir todo el dolor que invade mis recuerdos adentrándose en mi corazón y
repartiendo veneno dentro de mis venas, pero es sólo el despertar en esta
realidad constante, un violento choque eléctrico que no me deja soñar, abriendo
mis parpados de par en par, ahogándome en agua salada que no dejo de derramar.
Sin rumbo, destino, ni final sigo escapando de él. No me deja en paz.-
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