domingo, 15 de noviembre de 2015

Sólo es dolor, sólo es muerte.


  En momentos así veo a la muerte desfilar frente a mí en el paraíso en el cual anhelo estar. Me pide que la siga en un viaje de ida, tan cerca, casi palpable en esta Soledad. Cierro los ojos y mis pies son los que por instinto se apresuran hacia la imponente oscuridad, miro por última vez al presente, me despido de todo y sólo me dejo llevar.
  Siento el deseo incontenible de acabar con todo a mi paso, pero mi alma quebrantada se ha hecho títere de la autodestrucción, de modo que ya no tengo fuerzas para liberar tanto dolor.
  Me odio cada día un poco más, quedé atrapada en los 'debo', di muerte y enterré mis deseos, y sólo logré detonar mi cabeza y exprimir mi corazón. Viaje incontables veces al pasado, reviví fantasmas y los alojé dentro de mí... sentí los cortes, cerré los ojos y me perdí. 
 A centímetros del abismo no existe nada más tentador que dar un paso más, en mi mente repaso cada expresión de dolor al herirlos y me dispongo a saltar. Siempre los dañé para hacerme daño, soy la viva imagen del dolor, aquel que se refleja en sus ojos, el mismo que merece cesar. Soy fuego y filo, miedo y angustia, pérdida y muerte, locura y resignación... Soy la cruel que intenta salvarlos, me aíslo porque no quiero que me vean morir hoy.